El modelo de pilas públicas implementado en Manaure es
piloto para otros en el departamento y el país. En Uribia y Maicao hay dos
módulos listos para comenzar a funcionar.
Desde marzo
de 2019, 2216 familias que viven en 133 comunidades wayúu dispersas en la zona
rural de Manaure, La Guajira, pueden acceder a agua potable gracias al módulo
de Casa Azul, el cual está conformado por seis pilas públicas construidas por
el Programa de Abastecimiento de Agua y Manejo de Aguas Residuales que gerencia
Aguas Nacionales EPM, filial de EPM, que abastece a 13.296 personas de la zona
rural dispersa en ese municipio.
Érika Navarro Epinayú, vocera de la
comunidad wayúu Sichen, en Santa Rosa, Manaure, cuenta que las pilas han
“mejorado la calidad de vida de niños, ancianos y adultos, pues ya no se está
consumiendo el agua de los pozos que es totalmente turbia y no tiene ningún
proceso”. Ella dice que gracias al agua potable se han disminuido las
enfermedades gástricas y diarreicas, así como las de la piel de los niños y
niñas wayúu.
Cada pila de este proyecto tiene un
tanque o alberca que almacena hasta 20 mil litros de agua que pueden durar de
uno a tres días, según la demanda de las comunidades, explica Mario Alejandro
Cadavid, director de gerenciamiento del proyecto.
“Este es un modelo que tiene un
retorno netamente social, no se persigue ningún beneficio económico. Las
comunidades no pagan de su propio bolsillo ni un solo peso por acceder al
agua”, señala Cadavid, pues el Ministerio de Vivienda Cuidad y Territorio
transfiere los recursos al Municipio de Manaure, para que éste a su vez, gire a
la Asociación de Usuarios, entidad encargada de administrar las pilas; y así,
cubrir los costos de operación y funcionamiento de las pilas.
El agua se obtiene de seis pozos,
desde los cuales se bombea hasta la planta de potabilización del punto de
producción en Casa Azul. Desde allí, es distribuida en carrotanques hacia las
seis pilas que son llamadas “casas de agua” por los wayúu, cuenta Érika
Navarro.
Cadavid explica que, en los dos años
de funcionamiento del modelo, el agua no ha escaseado pese a los cambios en el
clima, lo que demuestra que es sostenible en el tiempo. Por eso, este piloto se
replicará en cerca de 20 lugares más por toda La Guajira. En Maicao ya hay uno
similar listo para entrar en funcionamiento, al igual que otro en el municipio
de Uribia.
Por su parte, Navarro enumera
algunas dificultades. Dice que los carrotanques solo han dejado de llegar
cuando las vías se hacen intransitables por la lluvia. Además, que para las
comunidades más lejanas de las pilas es más difícil acceder al agua, aunque
este año algunas de estas recibieron 200 bicicletas todoterreno para
transportar el líquido. También cuenta que las familias más pobres no tienen
tanques o pimpinas en buen estado para almacenar el agua potable.
“Este modelo no nos ha cambiado la
vida en 100 por ciento, pero sí nos ha mejorado la salud, ya no se ven tantos
niños con problemas de desnutrición”, dice Érika, quien le recomendaría a otras
comunidades del pueblo wayúu pedir e implementar modelos similares. Aunque al
principio sintieron desconfianza y creyeron que este, como otros proyectos
anteriores, iba a fracasar, verlo en pie y funcionando les ha dado confianza
para adoptar el agua potable en sus formas de vida.
Además del tanque, cada pila pública
cuenta con oficinas y una zona abierta llamada “enramada” que, como señala
Cadavid, responde a la dimensión social del proyecto. Allí, las comunidades
pueden celebrar cualquier tipo de reunión según sus necesidades, usos y
costumbres. Érika Navarro también resalta este espacio, que considera útil para
una vida comunitaria donde el agua potable “ya se ve como una necesidad”.
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