Hemos publicado esta columna de un gran guajiro que escribe con el alma manchada de amor por su territorio, esa Guajira que nos pertenece y que de algun modo nos ha sido robada.
Su relato es sencillo a veces costumbrista y revela razgo unicos de nuestra raza, su franqueza pero a la vez discrepcion nos meten en la lectura de este maravilloso texto , que nos muestra una faceta sobre la cual pocos escribimos.
Disfrutelo
La riqueza de la topografía de ese departamento
contrasta con la amplia discriminación y el aislamiento de sus
municipios y zonas más apartadas.
En la zona más al norte de Suramérica existe un
territorio fantástico. Sus poetas, historiadores, creadores y cantantes han
intentado aproximarse en sus obras a describir su extraordinaria geografía. Y a
pesar de tener representaciones con notable y excelsa expresión estética,
conmoviendo y tocando el alma desde la fuerza de su mirada, el contexto
sobrepasa la imaginación.
Todos de alguna forma coinciden en resaltar las diversas
expresiones de la belleza que reside en su suelo, se respira en su aire e
ilumina los días y las noches. Sus mujeres, sus hijos y toda su gente
pronuncian de tal forma que el oído se afina a nuevas formas de comprender el
castellano: sus idiomas nativos son el significante del poder que tiene la
palabra.
Su exuberante atractivo natural es un himno atemporal
ofreciéndole una ofrenda a la divinidad a través de un discurso armonioso, alto
y delicado para el amor. Quien llega se enamora, se queda e invita a quienes
estima. Basta con pisar el suelo guajiro para alcanzar la dimensión más
profunda de la voz que reclama espacios nuevos en la memoria: Es inolvidable.
Importantes colonias del mundo, principalmente de Asia, el
Caribe, Europa, América y las demás regiones de Colombia, demuestran que lo
atractivo se vuelve trascendente cada vez que la empatía define los parámetros
de la identidad. En la Guajira todos son primos y se tratan como hermanos, más
allá del origen, el acento o la condición social. Esa riqueza inmaterial ofrece
una ventana de interpretación antropológica e histórica que perfectamente
permite responder la pregunta esencial de la condición humana: ¿Qué es o quién
es el hombre?
El guajiro es por tradición, amable, cordial, respetuoso,
inteligente, gran anfitrión, recursivo y especialmente tiene una concepción
notable de la familia: La casa es el mejor club social en el que reina la
solidaridad y el afecto. Es el epicentro para la visita, la celebración del
matrimonio, los velorios, la fiesta, el banquete y especialmente la tertulia.
Quien ha estado en La Guajira mínimo se lleva cinco amigos que estarán toda la
vida. Son defensores inigualables de quienes aman. Saben dar batallas hasta
vencer, porque son guerreros en la más noble acepción de la expresión.
Allí contrasta con toda la riqueza de su topografía la amplia
discriminación y el aislamiento de sus municipios y zonas más apartadas,
proyectando una de las peores imágenes de la exclusión, la desigualdad y la
inequidad. Los observadores ausentes de la comprensión real, de esa otra cara
del paraíso ignorado entre el olvido y el abandono del hemisferio occidental,
creen resolver el problema denunciando corrupción endémica, guerras de clanes y
disputas ancestrales interminables. Sumándole a ese trípode potenciador de sus
discursos imprecisos, una palabra que tratan de imponer como una nueva moda
anacrónica a la hora de hablar de La Guajira: narcotráfico. Sustituyendo las
oportunidades: la falta de oportunidades.
El asunto del hambre, la desigualdad y la muerte de niños a
causa de los malos manejos de la precaria e inefectiva política social, ha
llevado a estigmatizar a sus dirigentes de tal modo que el departamento ha
tenido 15 gobernadores distintos en tres periodos diferentes. Allí la
instrumentalización del sistema judicial con fines electorales es un arma
contundente y letal, más allá de la comisión de delitos que ha sido titular
permanente en todos los medios de comunicación de Colombia.
La magnitud del problema tiene cuatro ángulos que sostienen
la mesa en un constante tambaleo: 1. Gobernanza. 2. Gobernabilidad. 3.
Liderazgo. 4. Política social. La gobernanza entendida como la visión
estratégica, programática y estructural de la toma de decisiones, dibuja el
mapa de las autoridades administrativas. Allí la articulación regional con la
gestión del nivel central es fundamental. Se requiere resonancia en las altas
esferas del poder. Influir en colocar a La Guajira como prioridad para el país.
La gobernabilidad es la aplicación de la legitimidad y la
autoridad conferida por la capacidad que solo confiere la credibilidad.
Compromisos compartidos y comunes, con una nueva conciencia moral que
transforme la cultura política tendrá un impacto positivo en toda la región, el
país y el mundo. Implica la asunción de líderes que unan, preferiblemente sin
pasados con disputas entre casas políticas, ni rivalidades de orden ideológico.
Un nuevo liderazgo capaz de vincular, integrar sin excluir y rodeado de los
mejores más allá de sus amigos, puede trazar la ruta que lleve a La Guajira por
un camino mejor.
La política social debe ser la agenda institucional,
comunitaria y espiritual que propicie un cambio de mentalidad a través de la
integración del talento. El papel de los jóvenes para apoyar el proceso de
superación de las dificultades uniendo sus esfuerzos al aportar toda su
energía, sus ideales y su vitalidad, es ponerle el alma a un territorio con
potencial para inspirar al mundo. El cambio es un efecto potenciador de la
unidad si lleva como rumbo el bienestar colectivo.
Un modelo de desarrollo construido con la gente, sus
iglesias, intelectuales, académicos, líderes sociales, representantes
gremiales, empresarios, estudiantes, emprendedores y actores de la sociedad
civil apoyados por asesores nacionales e internacionales de marcada solvencia
profesional y ética, incluyendo a todos sin ignorar sus experiencias previas,
son las vías que conducen al destino soñado: Superar los límites de la pobreza.
El milagro guajiro es posible. El potencial definidor de lo
ejemplar son las ideas asociadas a la voluntad y la acción social colectiva.
Así, el turismo, las energías renovables, la variedad de los ecosistemas y sus
amplios recursos naturales tendrán una proporción de bienestar para cada habitante
de este paraíso universal.
Urge la convocatoria al espíritu que motiva la estirpe del
gentilicio que honra la colombianidad proyectando la soberanía del talento más
allá de sus fronteras. La hora de la restauración transformadora se aproxima.
Está esperando para hacer el sueño realidad. La Guajira lo tiene todo y nos
necesita a todos.
Por: Julio César
Henríquez Toro
*Abogado y doctor en Ciencias Políticas. Es escritor, poeta y
profesor universitario